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sábado, 29 de enero de 2011

La casa de los perros

"Cajón de Riales", de esa forma llamaba la muchedumbre a la señora Nicolasa Rojas, esto se debe a que cuando una persona hablaba con ella sobre las supuestas riquezas que estaba reuniendo ella respondía con una voz delgada y frágil: "Pero si apenas tengo un cajoncito de riales para mantener a mis animalitos", ya que en su casa poseía todo tipo de perros, desde el más pequeño hasta el más grande.
Esta mujer era una prestamista, y muy astuta por cierto, ya que siempre exigía los objetos más indispensables a sus desafortunados clientes a cambio de unas cuantas monedas que ni siquiera eran suficientes para solucionar sus problemas. Si se cumplía el plazo que ella fijaba para el rescate del objeto y el cliente no lo reclamaba, ella, de una forma descarada, subastaba los objetos, dejando tristes y enojados a los que hace poco tiempo fueron sus clientes.
Entre tantos rumores uno estaba en boca de todos, que esta mujer traficaba con joyas y objetos robados; pero a pesar de la seguridad de la gente sobre la verdad del rumor, nadie se atrevía a denunciarla.
En una ocasión un grupo de titiriteros asentó su función en la plazoleta de las carreras; tres hombres y dos mujeres de aspecto gitano formaban el peculiar grupo, del cual el líder era uno de los hombres, el único de piel negra. Lo curioso no era eso, sino que "Doña Cajón", quien nunca salia a ninguna parte, asistía noche tras noche al peculiar show; otro curioso detalle era que el hombre de piel negra siempre acompañaba a la señora Nicolasa a su casa.
En la noche del último show del grupo de titiriteros "Doña Cajón" los acompaño a una cena en una mesa improvisada en la misma plaza donde el show era ejecutado. Al día siguiente el santuario de la Santa Señora del Patrocinio, ubicado en el cerro de la Bufa, fue robado; las autoridades no tenían pista alguna sobre el ladrón de los objetos, pero supusieron que, para robar objetos sagrados que año con año eran ofrecidos a la Santa Patrona, los ladrones debían ser extranjeros o personas no cristianas; por lo que rápidamente sospecharon sobre los gitanos que la noche anterior abandonaron la ciudad, y de la "Señora Cajón", quien mantuvo una curiosa relación con el grupo de artistas.
Noches después no se supo de la "Señora Cajón", pero la presencia de sus perros era muy notoria, causando que el vecindario levantara una denuncia contra la dueña de los perros.
Cuando las autoridades irrumpieron en la residencia de doña Nicolasa, ellos y los curiosos acompañantes se horrorizaron al observar al "Cajón de Riales" tirada en el suelo y devorada por sus escandalosas mascotas; en la misma abitación se encontraba un armario fuertemente sellado, en el cual se encontraron multitud de joyas, entre ellas las robadas a la Santa Señora del Patrocinio. Toda la gente atribuyó como justo castigo del cielo a la horrible muerte de la mujer.


La imagen que pueden ver aquí conjunta, es la llamada Casa de los Perros. En estos tiempos, funcionan como oficinas de gobierno. Pero no es por eso que se le llama así *risa*. Se le atribuye dicho nombre por dos razones. La leyenda que ustedes acaban de leer, y el hecho, que en debajo de los balcones, están talladas en madera, cabezas de perro. 

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